La era del individuo

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por: Erik Jurado

Históricamente las sociedades humanas han sido eso, sociedades. Complejas o simples, las sociedades son estructuras que tienen la finalidad de confrontar los problemas y adversidades que ofrecen la vida. Pero hoy presenciamos a un tiempo en muchos aspectos diferente. La estabilidad y sofisticación de los servicios y productos, la completa satisfacción de las necesidades y la existencia de grandes empresas o estructura económicas y de gobierno que vuelven todo asequible con facilidad, proveen la idea general de no necesitar de nada ni de nadie. Aunque sabemos, cuando se le analiza, que todo este escenario es producto de complejos armados y de grupos sumamente especializados, ante la implícita organización producto de momentos históricos y sociales.

El ser humano de la actualidad configura la noción de que debe haber una desconfianza generalizada frente a sus congéneres y coetáneos, existe la presente idea de que no se puede confiar absolutamente en nadie y que cada cual deberá de ocuparse de sus propios logros y recursos.

Esta idea general rompe el esquema milenario de que lo que suceda a uno repercute al grupo completo. Vivimos el tiempo de la soledad involuntaria y el individualismo exacerbado, vivimos en la era de los individuos.

En nuestro tiempo pareciera que los productos sociales son obligados para servirnos de ellos. Nos depositamos en el centro del todo y olvidamos a los demás. Las instituciones son para servir a los individuos, pero el individuo no le debe nada a las instituciones, las familias giran alrededor de las propias necesidades, los partidos políticos sirven en la medida que ayudan a alcanzar intereses personales y los sindicatos lo mismo.

Ha quedado atrás el tiempo en el que las personas trabajaban arduamente para que la compañía creciera, porque eso aportaría un bien mayor a todos, ha quedado atrás el tiempo donde se buscaba consolidar al Estado por medio de las instituciones, que lejos se ve el tiempo que los sacrificios por la familia eran causa suficiente para tragar palabras o no tragar comida, hoy incluso la familia es algo desechable, al primer disgusto es sencillo buscar un nuevo modelo de esposa o esposo.

No estamos solos pero nos sentimos solos y nos comportamos como aquellos que están aislados. Despreciamos a los otros y los dejamos de considerar como algo importante al momento de tomar decisiones, así es como las sociedades se han vuelto inestables y convulsas. El origen de la gran distancia entre las personas y sus entornos reside en su concepción de la desaparición social y el sobre estimulo de sus propias necesidades, nos separamos de otros y con ello nos separamos de nuestra propia identidad, pues solamente cuando estamos rodeados de más personas gozamos de la capacidad de conocernos y evaluarnos.

Los grandes problemas de nuestra actualidad, están depositados en la grave decisión de prescindir de los demás y sus necesidades. La salida está en pensar en aquellos que tenemos enseguida al mismo nivel que pensamos en nosotros y nuestras propias improntas. La pregunta central es ¿Cómo volvemos en nuestros propios pasos, para poder reencontrarnos?

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