Añoranza tepicense II

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DICHO POR ROCHA

José Guadalupe Rocha Esparza

Tepic era entre 1957 y 1963 una floreciente ciudad, comercialmente venturosa, tiempos del gobernador Francisco García Montero y de los presidentes municipales Ignacio Delgadillo y Vicente Ruelas, población asidua a los cines de la época, Amado Nervo, Azcona y Alcázar, para luego degustar viandas nocturnas de la cenaduría Lou o tostadas El Resbalón.

Etílica clientela concurría a los bares de entonces, bautizados como Álica, Bola de Oro, El Sacrificio, La Esperanza, Lolo -porque nunca estaba solo- y Los Tres Barrilitos. Algunos noctívagos, olvidados de la civilidad y el catecismo, seguían sus andanzas por el cabaret Casa Chabelo. Restoranes de aquel tiempo fueron El Trébol, El Satélite y Guadalajara.

Renombradas tiendas para vestir de entonces fueron aquellas de Rebeca Naya, chino Woo, Misael Monts y Hernan Goldman; comprar los bostonianos de la zapatería Canadá, los ultramarinos de la Casa Herrera, el pan de doña Julia Villalobos o abarrotes de los Valdés. Leer El Sol de Tepic o Prensa Libre, visitar el Hotel Imperial y beber café en El Mexicano.

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