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Con la uña, un niño rasca a otro el dorso de la palma de la mano mientras dice las letras del alfabeto; la víctima debe decir una palabra que comience con cada una de ellas rápidamente.
La situación se torna grave debido a que en cada palabra la intensidad y presión del rascado es mayor; termina cuando el niño se rinde o comienza a sangrar.
En algunos casos, el juego remplaza a la uña con por llaves, cúteres o tijeras, lo que ocasiona heridas más profundas y graves.
Este juego no es nuevo, pero en últimas semanas ha retomado fuerza en escuelas de países como España y Argentina.
Autoridades escolares de esos países toman como medida la expulsión de los institutos a víctimas y victimarios.
Cabe señalar que la práctica se ejerce muchas veces de forma voluntaria, pero en otras ocasiones los chicos son presionados por compañeros, además que normalmente hay un alumno líder que elige a las víctimas con un perfil de baja autoestima para invitarlos a unirse a grupos con la condición de someterse a ese reto.
