¿Cómo vivo la adversidad?

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Por

Jessica Cano de Rueda

Cuando un ser querido muere, deberíamos sentir paz en el espíritu al reconocer que ha llegado a su destino y completó el viaje, pero esto es difícil y duele porque la ausencia y la separación duele.
Decía Jorge Luis Borges que la duda, es uno de los nombres de la inteligencia. Los necios a menudo son los que más conformes están con los conocimientos que tienen en su haber, mientras que las personas inteligentes ansían abrir la puerta de la curiosidad, que no hace sino llevarles a más puertas en una necesidad infinita de aumentar sus conocimientos. Se cumple aquello de que cuanto más conocemos más nos damos cuenta de que nos queda mucho por aprender.
Quiero compartir un escrito que nos permite ver cómo manejamos la adversidad…
Una hija se quejaba con su padre, cocinero de profesión, acerca de su vida, y de lo difícil que le resultaba hacer ciertas cosas. No sabía qué hacer y quería darse por vencida. Estaba cansada de luchar y pelear. Parecía que un problema se resolvía y otro surgía. Su padre la llevó a la cocina. Llenó tres ollas con agua y colocó cada una a fuego alto. Pronto las ollas comenzaron a hervir. En una de las ollas puso zanahorias; en la otra, huevos; en la última, granos de café. Los dejó hervir sin decir una sola palabra. La hija se mordía los labios mientras esperaba impaciente y se preguntaba qué hacía su padre. Después de unos 20 minutos, él apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un recipiente. Sacó los huevos y los metió en otro recipiente. Luego coló café y lo puso en una taza.
Mirándola, le dijo:
– Querida, ¿qué ves?
– Zanahorias, huevos y café –respondió.
Le pidió que se acercara y le dijo que tocara las zanahorias. Ella obedeció y se dio cuenta de que estaban suaves. Entonces, el hombre le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Después de pelar la cáscara, observó el huevo duro. Finalmente, le pidió que probara el café. Ella sonrió al sentir su rico aroma. La muchacha preguntó humildemente:
– Papá, ¿qué significa todo esto?
Él le explicó que cada uno de los elementos se había enfrentado a la misma adversidad: agua hirviendo, sin embargo, cada uno reaccionó de manera diferente. La zanahoria entró fuerte y dura pero después de haber sido sometida al agua hirviendo, se suavizo y se hizo débil. El huevo había sido frágil y su delgada costra exterior protegió su líquido interior. Pero después de estar en el agua hirviendo, su interior se endureció. Sin embargo, los granos de café habían cambiado el agua, su sabor, su olor.
– ¿Cuál eres tú? –le preguntó a su hija.
Cuando la adversidad toca tú vida, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café? ¿Eres la zanahoria que parece dura, pero con dolor y adversidad se doblega y se vuelve suave, perdiendo su fuerza? ¿Eres como el huevo, con un corazón endurecido después de la prueba de la muerte? Tú cascarón parece el mismo, pero ¿tú eres amargo y duro, con engreído espíritu y corazón? ¿o eres como el grano del café? El grano cambia el agua caliente, lo que trae el dolor, y saca su sabor óptimo, cuando el agua hierve. Cuando el agua es más caliente, el café sabe mejor. Si tú eres como el grano del café, cuando las cosas están en el peor momento, te haces mejor y haces mejores las cosas a tu alrededor.
Este escrito también nos permite ver cómo nos relacionamos y vivimos los problemas y las adversidades en la vida, no solo es en la pérdida por muerte de un ser querido, sino en nuestro vivir cotidiano, ¿en qué y cómo nos vamos convirtiendo con los problemas y las situaciones que nos enojan o entristecen? ¿De qué manera afectamos a los que nos aman, quieren y nos rodean? ¿De qué manera nos afectamos a nosotros mismos? Cuando no estamos dispuestos a ser granos de café, lastimamos y alejamos a los que nos quieren en vida, cuando no aprovechamos las oportunidades que se nos presentan porque estamos tristes o enojados, dejamos de disfrutar la vida. Cuando no somos responsables de nuestras acciones, al no ver el daño que les causan a los que nos rodean, pero solo piensa uno en la satisfacción propia o el momento. Cuando no somos capaces de decir lo siento, perdón o disculpa y hacer como si nada hubiera sucedido o peor aún tener actitudes groseras con los demás. Todo esto mata y cansa en vida, deteriora relaciones y lastima personas, pero en esto no hay vencedores, todos pierden de alguna u otra forma… al final cuando se toman decisiones y acciones se gana paz, congruencia y libertad.
Si queremos ser mejores personas, somos capaces de serlo y podemos conseguirlo si nos dedicamos a construir a partir del recuerdo del trabajo de nuestras manos. La realidad es que nunca estamos solos aunque tengamos que atravesar ciertas situaciones “solos”. Tenemos la fuerza que nos ayudará. Las manos de nuestros seres queridos muertos y vivos son como un fuerte abrazo al pasado, que tienen que inspirarnos a construir nuevas experiencias y melodías, porque ellos forman parte de nuestra vida y lo harán siempre.
Me despido deseando transformes tú vida y la de los demás y me leas en 15 días, soy Jessica Cano de Rueda. Me puedes contactar en tribunaparral@gmail.com

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