Don Quijote

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DICHO POR ROCHA

José Guadalupe Rocha Esparza

Don Quijote existió, no cabe duda. Existió Rocinante, el caballo del hidalgo de lanza en astillero y adarga antigua. Existió el asno de su fiel escudero Sancho. Existieron el ama y la sobrina, el cura y el barbero, Dulcinea del Toboso, el bachiller Sansón Carrasco, Maritornes y el ventero, el bálsamo de Fierabrás y Clavileño. El andante caballero sigue vivo entre nosotros.

Nuestra lucha quijotesca contra los molinos de viento es permanente. Es la batalla del ideal contra las mezquindades de la vida, de la nobleza del espíritu contra la estolidez de lo material; el eterno combate del bien contra la maldad. Los molinos de viento están en todas partes, y sobre todo en estos tiempos. Parecen gigantes, porque vociferan y agitan los brazos.

Pero en el fondo son aspas que sólo mueven el viento, sin mover la rueda, gigantes que no lo son; solo apariencia, puro viento, vocerío nada más. Se irán como vinieron, y don Quijote seguirá cabalgando para instaurar el reino de la justicia, de la belleza, del bien y la verdad. Absurdo entonces pensar que fue un personaje de ficción. Una duda: ¿Realmente existió Cervantes?

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