La ciudad del “NO”

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Por Erik Jurado

Dos pueblos vecinos, fundados en un mismo tiempo y bajo condiciones muy similares, ambos con muchos deseos y grandes aspiraciones comenzaron a erigir su legado al interior sus fronteras, ambas tierras buscaban el cielo y la gloria, esperaban cosas grandes para ellos y sus vástagos.
En la sangre de ambos pueblos corría el anhelo, los sueños y sobre todo la esperanza, pero fue la decisión de cada región optar por una disposición originaria y única. Mientras que un pueblo optó por el “sí” su región hermana optó por el “no”. Dos aristas de la misma condición, pero con insospechadas consecuencias.
Mientras uno de los pueblos fomentó los valores del “si”; y consiguieron unidad, fraternidad, dialogo e interés por el destino de sus coetáneos, su vecino intentó fundar todo en los valores del “no”; fueron pues, individualistas, explosivos, belicosos y fomentaron la cerrazón y la imposición de palabra.
Así pues; en el pueblo donde se decidió de origen el “sí” comenzaron a trabajar hombro con hombro, crecieron rápidamente y todos a un mismo paso lograron tocar el cielo, conseguir sus sueños, vivieron en abundancia y construyeron juntos una paz casi indescriptible.
Por su parte quienes decidieron por el “no” estaban demasiado concentrados quejándose de su destino, en conflicto constante unos contra los otros y buscando razones del porque no hacer las cosas, ocupados justificando sus ausencias y omisiones en pos del enojo sentido contra sus coterráneos y los esfuerzos frustrados por la presión ejercida por todos. Fue un pueblo inmóvil, siempre frustrados por su disposición más intima. Sucedía de vez en cuando que unos pocos trataban de vencer al “no” pero siempre terminaban agotados, enojados y vencidos, asumían que el “no” era la respuesta posible.
Con el tiempo los dos pueblos fueron muy diferentes y la gente a su interior tenía un ánimo por mucho tan apartado. Los miembros del Sí seguían en movimiento impelidos por el ánimo y el goce del logro. Mientras tanto los que bebieron desde el principio el veneno del “no”. Estaban detenidos, inmovilizados por su desconfianza a todos incluso a ellos mismos.
Ambos pueblos entendieron su naturaleza y la forma como se inserta el futuro en el pasado y sus decisiones, ambos pueblos encontraron su destino inscrito en su temple.
Así cada pueblo forja su presente y camino, así cada uno de nosotros contribuye en optar por el “sí” o por el “no”. Así juntos construimos el éxito o el fracaso. Como conjunto formaremos nuestra memoria en los anales de la historia, los que nos sucedan recordaran lo que hicimos por crecer o por no hacerlo, entonces que sea la luz la que guie nuestro paso y el “sí” nuestra decisión primera, que nos ocupe más como construir destino que las múltiples formas de oponernos al cambio y el éxito.
En cada quien está la decisión colectiva, en cada uno está el “sí”.

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