La muerte

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DICHO POR ROCHA

José Guadalupe Rocha Esparza

A la hora de hablar de la muerte, la risa y el llanto son casi lo mismo, porque todos somos iguales ante este ineluctable momento, susceptible de muchísimas y muy diferentes interpretaciones que conmueve a la intimidad y al silencio cuando cruzamos la última frontera, nuestra finitud o el Mictlán de la tradición mexicana, el reencuentro con seres queridos.

El modo en que perdemos la vida es parte de nuestra vida, una de las más importantes. Vivimos con la muerte, entre los miles muertos y nadie parece tener razones para reír y menos para celebrar las muertes del coronavirus, las guerras cubiertas o encubiertas, las crisis humanitarias, la catástrofe climática o los catorce mexicanos desaparecidos cada día.

Antes de miedo al morir, al castigo póstumo, a la donación de órganos, a la eutanasia, al oasis que tendrán insectos, bacterias y animales con nuestros cuerpos o al manejo entre embalsamadores, enterradores o forenses, no temamos a la muerte, sino a no haber vivido. Sólo se vive una vez, y si lo hacemos enamoradamente bien, con una es suficiente.

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