Maestros contra gobierno; uno de los males que hemos creado

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Por Erik Jurado

Fuego furtivo, automóviles en explosión continua, balas que merodean el ambiente incluso nuevas tecnologías biológicas de destrucción (un tlacuache volador, aunque ya sabemos que es parte de los efectos especiales de la situación), no esto no es una de las más recientes películas de acción de Hollywood, es la resulta de los vicios que por décadas hemos fomentado en nuestro país, una cultura de dos polos por un lado la constante decisión de violar la ley y por el otro el arte de imponerla por la fuerza.
En Oaxaca y Chiapas tenemos uno de los enfrentamientos más sanguinarios de los últimos tiempos en el país debido a que hemos puesto en el mismo campo de batalla personas que sufren del mismo mal, aparentar lo que no son. “Maestros” que en su mayoría pasan más tiempo en las calles provocando alboroto y quebrantando la paz social que impartiendo clase o construyendo ciudadanos y “policías” que por las imágenes que he presenciado parecen más un grupo de pandilleros que; en montón abusan de la envestidura y de los derechos fundamentales de las personas y atentan contra su vida e integridad física. No hablaré ni sacrificaré este espacio en discusiones absurdas sobre la repartición de culpas y la priorización de sesgos por conveniencia. Contrario a ello me gustaría ir al fondo del problema y tocarlo con la suficiente claridad para evitar que mis lectores caigan en el error de polarizarse y buscar equipo, pues al final lo que vemos es al pueblo de México partirse la cabeza unos contra otros, solo cambian las ropas y la profesión.
Por mucho tiempo permitimos que dos cuerpos tan importantes como lo son los maestros y las fuerzas de seguridad pública se malearan tanto que perdieran por completo su esencia. Todos conocemos el estado que guardan los sindicatos y grupos de maestros, las anomalías que existen en el sistema educativo mexicano; paracaidistas, lideres que reciben tantos sueldos como son humanamente posibles, maestros que no tienen más educación que sus alumnos y a veces ni el interés por aprender o cultivarse. Y también sabemos de la larga tradición de corrupción policial en los municipios y cada uno de los Estados, no es un golpe de suerte que sea una de las figuras públicas más desprestigiadas e incluso temidas por su corrupción y malos manejos. Detrás de todo representantes de gobierno que juegan al poder y la firmeza y con ello una práctica lúdica bastante macabra.
Lo que hoy vemos son nuestras omisiones de décadas convertidas en un pleito de pandillas. Nuestra permisividad e indiferencia, hoy nos grita a la cara, nuestra cultura de dejar pasar y hacernos de la vista gorda se mofa de nosotros. Lo preocupante de esto es que seguramente sucederá como siempre ha pasado, se apaga el fuego y viene el olvido, nuestros temas no se puntualizan en una agenda ciudadana colectiva, nos disociamos de los problemas y esperamos que alguien más venga y los resuelva, seguro el siguiente congreso, gobernador o presidente. Pero a los mexicanos los problemas de la colectividad nos rebasan o pensamos que lo hacen.

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