Revolución de Miércoles por la tarde

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Por Erik Jurado

No somos los primeros en el mundo, nos antecede una larga historia, ella ha marcado la pauta y traído condiciones sociales y políticas diversas. Viajamos asidos a la espalda de generaciones pasadas y sus logros, y los traicionamos cuando despreciamos las proezas, que nos han heredado condiciones favorables a todos, los defraudamos cuando juzgamos nuestro tiempo como si ellos nunca hubieran estado, cuando queremos juzgar nuestro tiempo a la luz de lo que ellos superaron ya.
El día 22 de este mes un grupo de chihuahuenses encabezados por Jaime García Chávez se manifestaron fuera de palacio de gobierno con intenciones oscuras y modos bastante cuestionables, para mi es claro que manifestarse es políticamente deseable y hasta valiente, pero este acto no fue pacifico ni sostuvo una demanda congruente con el objetivo que se busca (según lo dicho). A continuación explico de fondo por qué ese suceso es anacrónico, innecesario y hasta oprobioso para los chihuahuenses.
Mi primer argumento es sencillo y contundente, también es el más fuerte; Un acto violento sólo es justificado cuando se agotaron ya los medios, jurídicos, políticos, pacíficos o diplomáticos para realizar un cambio social en beneficio de la mayoría, y una minoría oprime de forma cruel a los demás, esto es; se vive en un Estado de barbarie o ilegalidad. Pese las múltiples racionalizaciones que muchos quieren auto confirmar en Chihuahua para justificar su ira, esa primer condición no se cumple en el Estado. La prueba más fuerte está en que; ya la oposición al partido en turno, ha ganado la elección para representar la gubernatura (y eso pese a cualquier impugnación es irrevocable) y se coloca al frente del Estado para realizar las investigaciones, cuestionamientos, cambios y hasta castigos pertinentes. Ya no estamos en Chihuahua del 86, donde si se justificaron los actos de levantamiento pues no existían las condiciones ni instituciones para cuidar la voluntad popular.
En segundo término Jaime García Chávez llamó al odio sin un motivo claro, bajo la consigna de la salida por adelantado del Gobernador y tratando de detentar un poder que no tiene ¿Quién es él para modificar los tiempos marcados por la ley sin el respaldo ni siquiera del 1% de la población de Chihuahua y con una exigencia fuera de las instituciones? Tal vez lo que operó aquí fue sólo su temple belicoso y con ello promueve precisamente lo que trata de combatir; el poder en la mano de un solo individuo y no en las instituciones.
El tercer punto va seguido del anterior; la medida por la que optó ese grupo −notoriamente iracundo− es socialmente dañina, por que el producto fue un enfrentamiento entre los diferentes segmentos de la población, como ya dijimos con un objetivo tan difuso y descabellado que no era claro el momento y la forma como podría conseguirse. Luego de eso no queda más que aceptar

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