Trabajo y progreso

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Por Erik Jurado

 

El mundo es uno integrado y que se resiste al cambio. El ser humano es posterior al mundo que le rodea, pero también es el único ser sobre la tierra que se plantea cuestiones como la adecuación, la mejora, la habitabilidad y otros tantos asuntos que lo impelen a tratar de sobre ponerse a la naturaleza que le circunda y que por milenios ha logrado constituirse tal cual es.

A través de la acción el ser humano ha entendido que tiene la facultad de alterar el orden de las cosas. El trabajo es el medio de alteración por excelencia, la única forme de apoderarse del mundo, aunque convencido estoy que el descubrimiento del trabajo conlleva una ética, no es el tema que abordaré en este momento.

El trabajo además de tener una capacidad organizadora del mundo tiene la facultad de organizar sociedades. El trabajo define que lugar ocupas en la escala social humana. El trabajo también determina el tipo de acceso que tienes a los bienes y servicios que el ser humano ha desarrollado. De alguna manera el trabajo jerarquiza y ordena el mundo natural, pero también el mundo social.

A lo largo de la historia el trabajo desde una perspectiva cultural ha tomado diferentes connotaciones; por ejemplo para los antiguos el trabajo era asunto de esclavos y de los humanos menos agraciados, hoy el trabajo representa un garante existencial que incluso dota de valor a las persona, vales en relación al trabajo que desempeñes y el dinero que ganes por ello.

Luego de haber realizado un exhaustivo trabajo de investigación, comprensión y conocimiento hoy cuento con una idea más clara de la dimensión que en la localidad nuestra juventud otorga al trabajo.

Sin duda vivimos un tiempo en el que el dinero y los bienes son codiciados como en cualquier otra etapa de la historia humana, la gran diferencia es que en la actualidad incluso el destino de la vida y la valía personal se depositan en ello. El trabajo hoy es un equivalente de una explicación sobre quiénes somos y existe una clasificación de buenos y malos trabajos, así como también buenos y malos sueldos.

Vivimos en un espacio casi virgen y que exige la intercesión de las manos y mentes trabajadoras para dotarle de mayor adecuación, somos un espacio poco competitivo en comparación con el mundo, pero también nuestros jóvenes tienes aspiraciones mas allá de ello. Una población que quiere un trabajo con alta remuneración pero que exija poco esfuerzo, vivimos una etapa en la que todos aspiran a ser directivos y pocos desean realmente invertir algún trabajo a lo que hacen.

Hemos conformado una sociedad tímida, con dificultades para escuchar y ser empática, y con la idea clara de imponer la voz por inflexión. Así el escenario actual y que desdibuja los caminos del mañana, como sociedad debemos recobrar el amor social por el trabajo y apreciar la labor de aquellos que se han atrevido a abrir brecha en lugar de maldecirlos o desprestigiarlos. Lo que necesitamos es una nueva era laboral.

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