El estereotipo de la Gaviota

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 La Pera del Olmo
Ricardo Urquidi

Alexa Moreno es la típica mexicana común y corriente: chaparrita, de complexión robusta, con unos ojos vivarachos, ella es originaria de Mexicali, Baja California, tiene 22 años ha representado a México en Mundiales de Gimnasia y nos acaba de representar en los Juegos Olímpicos de Rio 2016, obteniendo un 31 en la tabla general.
Simone Biles, nació en Columbus, Ohio, Estados Unidos en 1997, mide 1.45, sus ojos saltones sobresalen sobre sus labios gruesos, es la típica afroamericana alejada de cualquier estereotipo de un atleta de alto rendimiento, en su trayectoria ha ganado 10 títulos mundiales, 14 medallas de oro en su palmarés, tiene ya la patente de un doble mortal en plancha que termina con un medio giro, le llaman Biles en su honor.
Las dos están a años luz de la belleza y plasticidad de Vera Caslavka, la Reina de México 68, de Larisa Latynina de Melbourne 56, de Nadia Comaneci en Montreal 76 o de Mary Lou Retton en Los Ángeles 84, mujeres que conquistaron al mundo con sus proezas y medallas olímpicas.
Mientras el mundo admira a Simone Biles, su infancia rodeada de alcohol y drogas, el rescate que sus abuelos realizaron para adoptar a Simone y sus hermanos, inculcándole la gimnasia desde los seis años, todo el orbe está esperando que imponga records olímpicos, que llegue a la perfección, con contratos estratosféricos en publicidad.
En México la inmensa mayoría que está siguiendo las incidencias de la máxima justa deportiva mundial, critica a Alexa Moreno, no por haber obtenido el puesto 31 general para pasar deportivamente sin pena ni gloria, la reprobación de los villamelones está en su apariencia, en su cuerpo, los memes, las burlas han sido crueles y despiadadas.
Al expresarse de tal forma en torno Alexa, sus detractores descubren su mediocridad, su otro yo lleno de falsos estereotipos, su gustos por ver telenovelas, su afición por Televisa y TVAzteca, en donde se vende la idea de que no existes si no sales en TV Novelas o en Hola, donde la imagen y vida de Angélica Rivera es el prototipo a seguir, que vale más la egolatría, el protagonismo, la belleza externa que el sacrificio que significa horas y horas de entrenamiento, que sobreponerse a lesiones y aun más competir lesionada, que ser una digna representante de México sin apoyo gubernamental.
Así vivimos en este México en donde la máxima ambición de un niño que vive en la marginación es ser sicario o narco, en donde la máxima aspiración de un profesionista mediocre es pertenecer a un partido y ser parte del sistema corrupto e impune en el que vivimos.
Peligrosas y lamentables señales nos da la sociedad al manifestarse en contra de Alexa, mientras que el titular de la CONADE, anda en Rio con su novia, amante o concubina, esos son los estereotipos que seguimos para luego criticar a nuestros deportistas que sin apoyo y como pueden compiten y en ocasiones ganan medallas.

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