Pipo El Sordo

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Ricardo Urquidi

Pipo El Sordo va caminando por la Mercaderes, tiene apuro por llegar al comercio en donde trabaja Valentina, los diferentes anuncios que halla en su paso, lo van acercando a su objetivo, al arribar va tarareando una canción de Juan Gabriel: “Ya no vivo por vivir… poco a poco lentamente me enseñaste a vivir”, se asoma por los aparadores y su futura esposa a sabiendas de que Pedro va a llegar lo descubre para acudir a su encuentro: “Traes los exámenes, Que tipo de sangre eres?”, apresurada de sopetón Valentina interroga a Pipo, “O Negativo”, brincando de gusto por la respuesta, festeja: “Somos compatibles”, al estar organizando su boda civil, se encontraron con la prueba que determina la afinidad biológica en base al tipo de sangre de los contrayentes, ”Muy bien ya prácticamente tenemos todo para el Registro Civil”, un cliente del local, con una seña requiere de la atención de la futura esposa y con un beso despide a Pipo, anunciándole que más tarde se verán.
Con una sonrisa Pipo continua su recorrido hasta llegar a un negocio donde venden cd, memorias piratas de todo tipo de música, la música del Alberto Aguilera Valadez retumba en sus oídos: “Querida…”, dos posibles compradores leen con atención todo el repertorio del Disco Compacto, Dositeo le dice a Timoteo: ”A raíz de la muerte de Juan Gabriel he descubierto, he reflexionado que la homosexualidad de él, su apariencia, su forma de vestir, sus lentejuelas, para muchos de mal gusto, su aparente imagen y lenguaje coloquial de una persona humilde, nos alejó, nos predispuso a conocer su preparación musical… a el genio musical que fue, he descubierto que la letra de sus canciones están poéticamente estructuradas como lo marcan los cánones más rígidos… sus armonías musicales son ricas, dignas de la experiencia y conocimiento de un músico egresado de cualquier conservatorio…”, confiesa Dositeo.
Timoteo en ese mismo sentido agrega: “Imagínate a Juanga con la imagen de un Agustín Lara, Armando Manzanero o José Alfredo Jiménez, con hombría, tenlo por seguro que no habría tenido tantos detractores, los intelectuales que a veces critican la apariencia y no el fondo, habrían sido respetuosos de su obra, pero se les olvida que la profesión de Juanga, era esa: músico, jamás se metió a la política, jamás se interesó por crear una asociación que atacara la homofobia”, Dositeo embrujado por los acordes del Divo de Juárez, rindiéndole un sincero homenaje que se pierde entre los millones que ha recibido en los últimos días, destaca: “No me queda duda de que la música popular mexicana llego a su cúspide con la música de Juan Gabriel, así como Noche de Ronda, Somos Novios, El Rey ya no pertenecen a sus autores, pertenecen al acervo musical universal, de esa misma manera: Amor Eterno es un himno, es mi canción favorita”.
Dositeo puntualiza: “La música de Juan Gabriel, la escucha, la disfruta hasta el más macho de los machos mexicanos, con él se da esa simbiosis cultural, en donde todas las religiones, razas, credos, clases sociales, aun a pesar de que al ver la imagen de Juan Gabriel, consideren que es grotesco, no digno, de hinojos reconocen su música y bajo la bohemia, el llanto, la copa, la tequila, la tranquilidad de un amanecer, la esperanza de un atardecer, la soledad de la noche, ahí está con una canción idónea para cada estado de ánimo que tengamos en nuestro corazón, de tal magnitud es la herencia que nos deja Juan Gabriel”, Pipo los observa, los ve que se aíslan del mundo con unos audífonos que aumentan su comunión con Alberto Aguilera Valadez.

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